sábado, 22 de mayo de 2010

“El deber de la caja”-Editorial

Una vez más la Caja de Burgos ha vuelto a sorprenderme. Siempre con el ideal de llevar al cliente a su propia satisfacción personal. Pues resulta que a mí más de una vez me han defraudado en ese aspecto, resulta que esta vez han incumplido radicalmente su responsabilidad social. Este verano quería enviar a mi hijo a las colonias del palacio renacentista de Saldañuela, hasta ahí todo bien, rellené los formularios correspondientes para la solicitud y me dispuse a esperar. Durante ese tiempo recopile información acerca de las colonias, el palacio y sus instalaciones, las actividades que mi hijo podría realizar, etc. También busqué cosas sobre la obra social de la Caja de Burgos. Aparentemente ofrece a la sociedad toda una serie de actividades para públicos de todas las edades, ayuda también a los menos favorecidos, ya sea económicamente o socialmente. Es en este último punto donde la historia comienza a ser resbaladiza, en el aspecto de la ayuda social, la defensa de los inválidos y toda la diarrea verbal que en el caso de estas campañas de ayuda tienden a vendernos como si el mundo fuese algo maravilloso y colorido.

Sin entrar en detalles, les presentaré a mi hijo, tiene diez años, y desde que nació sufre una enfermedad motriz, llamada hemiplejía congénita, para que ustedes lo entiendan, él apenas puede moverse con soltura ni realizar acciones cotidianas muy simples como sujetar los cubiertos. Ahora es cuando retomare lo de la solicitud de acceso a las colonias, bien, pues mi hijo estaba muy ilusionado con poder ir al fin a un campamento, ya que el pequeño nunca ha tenido una infancia normal, puesto que al él siempre le ha costado el doble que al resto de niños. Y resulta que cuando recibo la carta de la confirmación de la solicitud de las colonias, se me queda el cuerpo descompuesto, puesto que me la han denegado, y cómo le digo yo a ese niño que lleva soñando durante 3 semanas con pasarlo bien con los nuevos amigos que hará, que ha llevado a su madre al hipermercado a que le comprase el saco de dormir nada más saber que quizás fuese a esa convivencia…Me gustaría saber por qué si se supone que la obra social de Caja Burgos ayuda a la gente a integrarse en la sociedad, le han denegado a un niño de 10 años con una enfermedad que marcará toda su vida. También me gustaría saber cómo le explicarían a su hijo que precisamente le han quitado la plaza por el simple hecho de cómo cita textualmente la carta, “no poder cumplir adecuadamente los requisitos mínimos para su integración social”. Cómo mostrarían ustedes la indignación y la falta de respeto por parte de la “Gran” labor social de Caja Burgos.

Esto no es más que un engaño para justificar lo injustificable. Una de las múltiples tretas que nos ponen en la mesa todos los días, a través de cualquier medio de comunicación. Trato de hacerles llegar esta historia, para conseguir que a ningún otro niño se le discrimine, y sobre todo para que una entidad como es Caja Burgos tenga la decencia y el mínimo respeto hacia la sociedad.

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